¿Es un capricho del cirujano la primera consulta?

Esa primera consulta, o consultas (suelen ser mínimo dos o tres antes de la intervención), son cruciales para que el resultado sea lo más satisfactorio posible.

En la primera cita disponemos de un tiempo breve para conocernos. Aunque se puede alargar hasta una hora, realmente es muy poco tiempo, ya que ahí debemos saber todo acerca de vuestro estado de salud, estado emocional, tipo de trabajo que desempeñáis, familia o entorno que os va a cuidar en el postoperatorio, cirugía que deseáis, ver si es posible o no, y por qué, cómo realizarla, ver casos reales operados y comentarlos, complicaciones que puedan surgir y cómo resolverlas, evolución en el tiempo de la cirugía según cómo se modifique vuestro cuerpo con embarazos, lactancias, cambios de peso, envejecimiento, tipos de prótesis o de material que vayamos a usar, pruebas preoperatorias que necesitáis, explicación del consentimiento informado de la intervención, presupuesto, forma de pago…

También vosotros debéis conocernos y saber si existe ese feeling que hace falta entre las dos partes  para que se establezca un vínculo que va a durar toda la vida, si estáis cómod@s con vuestro cirujano, si os resuelve todas las dudas, si tenéis confianza para preguntarle cosa íntimas (seguro que lo haréis), si os ofrece seguridad y respeto hacia vuestros miedos que aunque parezcan tonterías nunca lo son.

Parece mentira que se aborden todas estas cosas, pues sí, se hace. Y alguna más.

Por eso cuando nos llamáis para un presupuesto sin conocernos nos sorprende tanto. No sabemos lo que queréis o necesitáis, no sabemos si una vez que nos veamos en consulta vamos a seguir adelante o bien no nos parece razonable, ya que muchas veces venís con una idea muy equivocada de lo que se puede hacer. Internet soporta  todo, pero la realidad es otra muy distinta. Una cirugía puede hacerse de muchas formas según lo que se quiera conseguir o lo que se pueda hacer, variando por tanto el coste.

Además, el ideal de belleza es algo subjetivo, y los posibles complejos de cada uno también. No todo se puede operar, y si alguien me pide algo que se aleja mucho de mi estándar de belleza prefiero no operarlo, ya que nosotros también nos tenemos que sentir cómodos viendo el resultado de nuestro trabajo.

En la segunda visita, se aclaran conceptos o dudas, se acuerda y se programa la intervención, y aún queda pendiente el preoperatorio y la consulta preanestésica.

Todo esto referido a pacientes que no están operadas, si están ya intervenidas por otro cirujano y desean una segunda opinión porque no están content@s, es aún más complicado, porque  debo deshacer todo lo que se ha hecho y partir de cero tratando de entender lo que motivó que el paciente se haya operado y lo que persiguió el cirujan@ con su trabajo. Y a partir de ahí  buscar una segunda salida si es posible.

En resumen, debéis transmitirnos todo aquello que os preocupe antes de la intervención, tiempo hay más que suficiente, después ya es tarde. He tratado de explicar algo que ocurre muy a menudo. No se trata de ocultar nada al negarnos a dar un presupuesto sin conoceros, es que simplemente no podemos, o lo hacemos sin datos, que, al final, no sirve para nada.

Operarse conociendo  sólo el precio es un grandísimo error.